
Seda, de Alessandro , pertenecería a ese grupo de obras en las que resulta difícil decidir si se trata de una novela corta o de un cuento largo. En todo caso ese asunto no interesa, es lo de menos. Lo que importa es que, como un velo, como una pieza de seda, nos envuelve, acaricia y ciñe. Una vez que hemos comenzado a extender -mediante la lectura- el exótico género, evitaremos a toda costa dañarlo o fragmentarlo con el desgarrón que implica la interrupción de la lectura. Sin duda alguna, como lector caerás más fácilmente en la tentación de volver a leerlo que en la de parar a la mitad. Ahora que si la fuerza de lo cotidiano le obliga a ello, buscará el rato clandestino que dan las horas de la media noche y la madrugada, para iniciar nuevamente hasta terminar.